POEM - Medio biótico
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Ecosistemas y biotopos
De acuerdo con la descripción del proyecto, las obras y procesos requeridos para el encauzamiento del río están circunscritas al cauce mayor y pueden incluir los bancos y orillares; estarán incidiendo directamente sobre los biotopos acuáticos, tanto lóticos como lénticos y vía las interacciones ecológicas de éstos y los organismos por ellos alojados, con los biotopos anfibios y terrestres.[1]
Con base en la revisión de estudios y evaluaciones realizadas en sectores del río Magdalena, en otras planicies fluviales (Consorcio Carinsa-Incoplan Ltda. 1993, García Lozano 2001, 2004a y b, Neotrópicos 2000, 2001 y 2005) y fuentes cartográficas (INVIAS 1997, IGAC 2003, Boada-Sáenz 2006), se definen a continuación los biotopos acuáticos, anfibios y terrestres que conforman el tramo Puerto Berrío – Barrancabermeja.
Biotopos acuáticos
Ríos: corresponden a las grandes corrientes de agua dulce (ecosistemas lóticos), en el tramo de estudio se ubican además del Magdalena, sus tributarios San Bartolomé y Pescado sobre la margen izquierda; San Juan, Carare, Opón, Cascajales y La Colorada sobre la margen derecha y de sur norte. Le tributan también en el tramo, otras corrientes menores como quebradas y arroyos.
Debido a la dinámica fluvial, el río puede presentar uno o dos canales principales dentro de su cauce. El tramo del interés de este estudio es en general de cauce trenzado, con brazos, islas y áreas de desborde.
Brazos: son cauces secundarios, derivados del canal principal del río, que pueden llegar a tener grandes proporciones. Según su divergencia del canal principal, delimitará y determinará la extensión y permanencia de las islas. Un brazo muy particular es el de la Vuelta de Acua, otros se ubican en la margen izquierda al norte de las ciénagas Chucurí y Aguas Negras, en la margen derecha entre la ciénaga Opón y Barrancabermeja. Su principal uso es como vías de navegación y dependiendo de su extensión, como sitios para lances de pesca.
Caños: son los canales naturales meandriformes de conexión entre el río y las ciénagas, delimitados por albardones menores permanentes o temporales (sumergidos por prolongación del espejo de agua de las ciénagas), su principal característica es la temporalidad de la dirección de flujo de aguas por el mismo, dependiente de las diferencias entre los niveles del agua en el río y en la ciénaga (flujo hacia río en época de sequía y hacia ciénagas en época de creciente). Permiten el tránsito de sedimentos, vegetación flotante y peces. Además de ser utilizados para la pesca (por cierto prohibida), son usados para la caza, como abrevaderos y como vías para la navegación local. Los caños más conspicuos son los de acceso a las ciénagas Barbacoas y Chucurí.
Ciénagas: son depósitos de aguas no corrientes (ecosistemas lénticos), con algún grado de conexión con el río, del cual depende la renovación de sus aguas e intercambio de biota. Constituyen sitios de amortiguación de las crecientes, ya que almacenan agua de desborde y de lluvias durante la época de niveles máximos (potamofase) y la liberan a través de los caños durante la época de los mínimos niveles (limnofase). Igualmente, son fundamentales como sitios de alimentación, refugio y crecimiento de poblaciones de fauna, especialmente, peces. De acuerdo con la forma en que se conectan al río principal, se distinguen 4 tipos de ciénagas (Arias, 1985)^ . En el tramo de estudio se identifican las ciénagas Grande o Barbacoas (T2) y Maquencal (T1?) en la margen izquierda; Chiquita (T1), Río Viejo (T3), San Juan (T4) La Colorada (T4), Chucurí (T2), Aguas Negras (T2), El Opón (T3) y La Cira (T1) sobre la margen derecha y muy próxima al sur del casco urbano de Barrancabermeja.
Madreviejas: son relictos de antiguos cauces del río (paleocauses), como antiguos brazos ya cerrados y sin conexión, tramos o curvas del cauce aislados como producto de su estrangulamiento en meandros, así como por el aislamiento progresivo y cierre de tramos de caños o bahías de ciénagas por colmatación. Algunas madreviejas se presentan en la parte sur del brazo de la Vuelta de Acuña, más claras en la margen derecha del río Carare y del río Opón al costado de la ciénaga del mismo nombre.
Jagüeyes: son depósitos artificiales de aguas, construidos mediante excavación y conformación de diques o terraplenes, por ganaderos como abrevaderos para los animales. Aprovechan ondulaciones del terreno para captar y mantener aguas lluvias por escorrentía. Por lo general son pequeños, distantes del río y ubicados en zonas onduladas o en el piedemonte de colinas.
Biotopos anfibios
Playón de ciénaga: corresponde a la faja litoral de la ciénaga delimitada entre las cotas medianas (más frecuentes) del mínimo y máximo nivel de las aguas en la ciénaga. Casi siempre entre ciénagas y albardones, su terreno plano y con leve pendiente hacia las ciénagas, permite recibir aguas de desborde de durante las crecientes. Es un biotopo de alta dinámica sucesional (crecimiento-descomposición-acumulación de biomasa vegetal), dados sus estados terrestre y acuático fluctuantes; en él predomina la vegetación herbácea, arbustiva y acuática sobre fondos de lodos finos y turbas. Por su carácter comunal es muy intervenido mediante la tumba, roza y quema para caza, cultivos de pancoger y pastoreo extensivo.
Playa o playón de río (bancos): son depósitos de material transportado por el río, visibles en épocas de aguas bajas. Dependiendo de la forma y amplitud del cauce, los hay litorales o bancos de punta (en tramos meandriformes), centrales dispersos como barras de arena y grava a lo ancho y largo de cauce o como parte de grandes islas (en tramos trenzados).
Islas: son depósitos mayores de acumulación de material transportado por el río, que dada mayor estabilidad presentan desarrollo de vegetación herbácea y leñosa. También son los espacios entre brazos secundarios y entre éstos y el cauce principal, por desviación del cauces (nuevos brazos), estrangulación de un meandro o retoma de antiguos causes. Algunas de gran extensión, no solo han sido ocupadas por vegetación y fauna sino por el hombre, para establecimiento de cultivos de pan coger y zonas de pastoreo. Durante el estudio de 1993, se identificaron un total de 131 islas, de las cuales 2 fueron mayores a 4 km2, 20 entre 2 y 4 km2 y las restantes 109 fueron menores a 1km2 (Consorcio Carinsa-Incoplan Ltda., 1993).
Pozas de estiaje en cauce: son zonas bajas del lecho que ante el descenso máximo del nivel del agua, acumulan agua, en la cual pueden llegar a concentrarse peces pequeños y establecerse poblaciones temporales de insectos. Dependiendo de su tamaño pueden llegar a desaparecer durante la época de estiaje. En el tramo de estudio corresponden a tramos de brazos y canales ciegos al interior de las islas.
Bocanas de caños: son las desembocaduras o sitios de convergencia entre caños y el río Magdalena en este caso. Casi siempre en dirección oblicua y en contracorriente al flujo del canal principal. Por lo general, el río represa las aguas del caño. Las bocanas de caños más notables en el tramo de estudio corresponden a las ciénagas Barbacoas y Chucurí.
Deltas de ríos afluentes: son las áreas, por lo general triangulares, que forman los ríos en su desembocadura, especialmente al salir al mar. En el tramo Puerto Berrio – Barrancabermeja, los deltas de los afluentes del Magdalena son de muy reducida dimensión frente a la presencia de islas y brazos, debido a que una vez dichos afluentes entran en la planicie del Magdalena, ésta amortigua su dinámica, lo cual se traduce en que sus tramos finales son meándricos (ríos San Bartolomé, Carare y Opón).
Bajos: corresponden a las partes terrestres más bajas de la planicie aluvial, distales del río, que por su forma plano-cóncava, pueden acumular agua y materiales finos, ya sea por escorrentía natural de lluvias o como producto de las inundaciones por desbordamientos del río. Poseen un mal drenaje y un alto nivel freático, lo que favorece su inundación. Pueden llegar a secarse totalmente y ser parte de la planicie aprovechada para el pastoreo durante la época de sequía. Bajos notorios en el tramo de estudio son los ubicados al interior de la gran isla que forma el brazo de Acuña y el una gran extensión que se extiende hacia el norte, sobre la margen izquierda del Magdalena a la altura de la desembocadura del río Carare.
Orillares: son las fajas litorales paralelas al cauce del río, por lo general angostas y alargadas, de relieve irregular con áreas cóncavas (depresiones) y convexas (lomos) intercaladas, sometidas a inundaciones periódicas, por ello con acumulación y erosión de materiales. Se ubican en la parte externa de los meandros (margen convexa). En algunas zonas pueden existir complejos o conjuntos, productos de alta dinámica hidrofluvial ya sea actual (orillares activos)o antigua (orillares inactivos). Se presentan por ejemplo entre la margen izquierda del Magdalena y el caño de la ciénaga Barbacoas, entre la margen derecha del Magdalena y la izquierda del Carare en su tramo final, igualmente al final del río Opón. Margen izquierda frente a la salida del brazo de la vuelta de Acuña.
Biotopos terrestres
Albardones: son fajas paralelas a las márgenes de ríos (albardones mayores) y caños (albardones menores), mucho más altas y anchas que los orillares, de forma plana-convexa, más estables, formadas por acumulación de materiales producto de grandes desbordamientos, aunque también pueden sufrir erosión. Su relativa estabilidad permite su ocupación por vegetación de gran porte y por asentamientos humanos, cultivos, pastoreo de ganado, vías carreteables. Un zona de albardón sobresaliente es la que separa el Magdalena de la ciénaga Chucurí.
Diques: corresponden a los terraplenes o jarillones artificiales, construidos por el hombre para ganar terrenos para agricultura y ganadería, y supuestamente para defenderse de las inundaciones (una vez superados, los mismos alargan periodo de inundación). Permiten el crecimiento de vegetación y son utilizados como caminos o vías para vehículos (v. gr., tractores), que comunican caseríos o fincas.
Terrazas: grandes fajas laterales al cauce, orillares y albardones actuales, forman la parte media baja del valle; su relieve es plano a ondulado con muy leves pendientes y son disectadas por cauces tributarios del río Magdalena. Comprenden las antiguas planicies: albardones, orillares, ciénagas y partes altas y bajas de playones (paleoplanicies), labradas por erosión y colmatación. Dadas sus condiciones de no inundación, han sido las áreas de mayor y más antigua intervención antrópica, extracción de maderas, agricultura y ganadería extensivas, asentamientos humanos y vías e acceso. Estas áreas se observan al nororiente de la ciénaga Barbacoas, al sur de la ciénaga Chucurí y al norte de la ciénaga Aguas Negras; margen derecha aguas debajo de la vuelta de Acuña; cuenca media de la quebrada San Cruz y el río Pescado, por donde discurre la carretera a Yondó (margen izquierda). Las terrazas puedeser terciarios o cuaternatrias, pero en la zona del POEM son básicamente cuaternarias, son menos altas que las colinas (terrazas terciarias disectadas) y menos disectadas. En algunas localidades (v. gr., Los Morros), pueden ocurrir varios niveles de terrazas, formadas por eventos de crecientes diferentes
Colinas: montículos o lomas de estribaciones, con materiales rocosos o conglomerados y arcillas antiguas de composición litológica de alta resistencia a la erosión. Corresponden a sectores de control geológico como Puerto Berrio, Vuelta de Acuña y al oriente de la ciénaga Barbacoas (bocana de caño). También han sido alteradas por tala y ganadería, extracción de leña y maderas. Colinas son básicamente terrazas terciarias disectadas por acción de la lluvia torrencial que labora sobre materiales menos consolidados.
Referencias
Arias A., Plinio A., 1985. Las ciénagas de Colombia. En: Divulgación Pesquera. Inderena - Ministerio de Agricultura, 1986. Vol. XXIII, Nº3, 4, 5: 37 - 70. Bogotá, Colombia.
Boada-Sáenz. 2006. Río Magdalena, tramo Puerto Berrío - Barrancabermeja. Mosaico de imágenes de satélite tomadas de Google, facilitadas en 27.09.2006. Documento de trabajo. 1 pp. Santa fé de Bogotá, Colombia.
Consorcio Carinsa-Incoplan Ltda.. 1993. Obras de rehabilitación del río Magdalena, sector Puerto Berro–Barrancabermeja declaratoria de efecto ambiental. FONADE, MOPT. 31 pp. Santafé de Bogotá, Colombia.
García Lozano, L. C.. 2001. Región de Mompox: síntesis de estudios de evaluación ambiental regional para el sector transporte. Para la Subdirección del Medio Ambiente y Gestión Social, Instituto Nacional de Vías de Colombia. 67 pp. Medellín, Colombia.
García Lozano, L. C.. 2004a. Complementación del EIA del Puerto Multipropósito BRISA S.A., Mingueo, Dibulla (Baja Guajira). Documento de trabajo. 14 pp. Medellín, Colombia.
García Lozano, L. C.. 2004b. Mapa de paisajes de la región de influencia del Puerto Multipropósito BRISA S.A.. Documento de trabajo. 4 pp. Medellín, Colombia.
IGAC. 2003. República de Colombia, mapa físico político Departamento de Antioquia. Escala aproximada 1:444.445. Bogotá, Colombia.
INVIAS. 1997. La troncal del Magdalena Medio. Oficina de comunicaciones del Instituto Nacional de Vías de Colombia, Ministerio de Transporte. Folleto plegable con cartografía, impreso por El Gráfico Editores Ltda.. Bogotá, Colombia.
Neotrópicos, 2000. Ciénagas de la Región Panzenú, Contrato 2018 de 1999, Informe Final. Anexo 2: limnología y ecosistemas acuáticos. Editado para Corantioquia. Mayo 5 de 2000.164 pp + Anexos. Medellín, Colombia.
Neotrópicos. 2001. Mapa preliminar de paisajes y biotopos de la Depresión Momposina. Basado en interpretación de imágenes de radar del IGAC -mosaicos semicontrolados a escala 1:100.000 de1974, complementación parcial con fotografías aéreas (escalas 1:25.000 a 1:40.000, tomadas entre 1975 y 1991) y comprobación de campo. L. C. García Lozano y P. de Greiff G., asesoría en interpretación A. Etter R.. Inédito. Medellín, Colombia.
Neotrópicos. 2005. EIA + PMA establecimiento penitenciario de alta y mediana seguridad de Guaduas.128 pp. Medellín, Colombia.
NRC, 2003 (Committee on Bioavailability of Contaminants in Soils and Sediments, National Research Council). Bioavailability of Contaminants in Soils and Sediments: Processes, Tools, and Applications. National Academies Press. versión en pdf (15,5 MB)
Apostillas
- ^ . En general la literatura ambiental en castellano -incluso en los documentos oficiales del Ministerio del Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial- no se distingue entre los términos biotopo y ecosistema; se emplea predominantemente este último para referirse a conjuntos de hábitats con características físicas determinadas, habitados por cohortes particulares de plantas y animales. La literatura ecológica moderna, sin embargo exige que se limite el término ecosistema a unidades espaciales conformadas por binomios biotopo-biocenosis en donde predominen los intercambios internos de materia y energía sobre los flujos a través de la unidad. De acuerdo con esto, los ríos y los biotopos asociados no califican como ecosistemas sensu stricto, por esta razón conviene más emplear el término biotopo para el componente espacial (físico) y biocenosis o comunidad para la cohorte de organismos.
- ^ Tipos de ciénagas: [T1] Se conectan directamente al río, una ciénaga simple y primaria conectada directamente con el río, [T2] Forman un conjunto o racimo de ciénagas, donde una de ellas (primaria) se conecta directamente con el río y una o más (secundarias) se conectan directa o indirectamente con la ciénaga primaria, [T3] Es una ciénaga primaria conectada indirectamente con el río, [T4] Es una ciénaga aislada, sin conexión directa con el río.
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Caracterización de los biotopos anfibios y terrestres
El tramo de interés del POEM, se ubica dentro de la región conocida comúnmente como el Magdalena Medio, e incluye tanto el cauce como área fundamental de obras y las márgenes del río desde La Dorada hasta Barrancabermeja.
Desde el punto de vista biogeográfico (clasificación de la biota), el tramo Puerto Berrío-Barrancabermeja hace parte de la Provincia biogeográfica del Chocó-Magdalena, una de las más grandes entre las nueve delimitadas para el país. Esta comprende a su vez unidades de selvas húmedas que se extendían hasta la margen izquierda del río Magdalena, incluyendo la Serranía de San Lucas y el valle del río Nechí (antiguo refugio pleistocénico según Haffer citado por (Hernández-Camacho et al. 1992), definidas como Distrito Nechí y extendiéndose por la margen derecha del río Magdalena hasta los alrededores de La Dorada y un poco más hacia el sur.
Dado el carácter de área intermedia, la región presenta afinidades en cuanto a su biota y sus orígenes, con sectores como el alto Sinú, San Jorge, alto Magdalena y Catatumbo. Igualmente y aunque con insuficiente trabajo, se ha visto la existencia de diferencias de mamíferos y aves entre las dos márgenes del río Magdalena, así como un grado importante de endemismo (Hernández-Camacho et al. 1992).
No obstante que los cambios en el curso del río Magdalena han permitido intercambios de fauna y flora, el mismo sirve y se mantiene como barrera efectiva para gran cantidad de especies.
Sobre la margen derecha del río (Distrito Lebrija), es muy limitado el conocimiento sobre la flora y la fauna que originalmente existió y falta trabajar en la definición de los límites sureños actuales y pasados de gran cantidad de especies del valle del Medio Magdalena (Hernández-Camacho et al. 1992).
Desde el punto de vista fisionómico (rasgos morfológicos y fisiológicos) y según criterios de Walter (1973) y Sánchez et al (1990), citados por (Hernández-Camacho & Sánchez-Páez 1992), la vegetación terrestre presente en el Magdalena Medio correspondería al bioma de tierras bajas húmedo tropical, las llamadas selvas húmedas de tierra caliente o bosques tropicales húmedos, donde supuestamente no hay déficit de agua para las plantas durante todo un año y si lo hay es muy corto y fugaz por lo que no altera a la vegetación.
Ya en 1992 (Hernández-Camacho et al. 1992), se anotaba como se desconocía la biota –fauna y flora- de esta región y el avance de la deforestación desde épocas precolombinas, la pérdida o degradación de ecosistemas originales, la destrucción de hábitats y el progreso en la desaparición e extinción de especies. Hoy día es otro el paisaje en la región del Magdalena Medio.
Salamanca (2000), anota como factores tensionantes severos sobre la selva basal aluvial, la desecación para ampliación de pastizales y terrenos cultivables. Para la misma fecha, se estimó que cerca del 40% del territorio del país ha sido alterado severamente por acciones antrópicas, acelerándose por la expansión de las fronteras agropecuarias (Etter 1993, citado por Andrade 2000), lo cual se evidencia en el aumento de la erosión, disminución de la capacidad de retención y la calidad del agua en las cuencas hidrográficas, la destrucción de los bosques, la perdida de la biodiversidad y el consecuente deterioro de las condiciones de vida de la creciente población.
Las márgenes del río Magdalena se ubican básicamente dentro de la zona de vida bosque húmedo tropical (bh-T), corresponde a terrenos bajos entre 75 y 125 msnm, con un paisaje dominado por planicies de suelos fértiles asociadas a colinas de pendientes moderadas y suelos de baja fertilidad, temperaturas superiores a los 24 ºC y precipitaciones anuales en promedio superior a los 2.000 mm, lo que determinan un carácter húmedo (Corantioquia 1998).
Referencias
Andrade, Angela (2000). Aspectos técnicos y científicos del plan estratégico para la restauración y el establecimiento de bosques en Colombia -Plan Verde- bosques para la paz. pp.: 99-147. En: Restauración ecológica y reforestación. E. Ponce de León (ed). Memorias del seminario de restauración ecológica y reforestación, 2 y 3 de diciembre de 1999. Santafé de Bogotá, Colombia.
Salamanca, Bibiana. 2000. Deterioro de ecosistemas colombianos y necesidades regionales de investigacin para adelantar tareas de restauración ecológica. pp.: 53-81. En: Restauracin ecológica y reforestación. E. Ponce de León (ed). Memorias del seminario de restauración ecológica y reforestación, 2 y 3 de diciembre de 1999. Santafé de Bogotá, Colombia.
Hernández-Camacho, Jorge, Adriana Hurtado G., Rosario Ortiz Q., Thomas Walschburger. 1992. Unidades biogeográficas de Colombia. pp.: 105-151. En: La Diversidad Biológica de Iberoamérica I. G. Halffter, (ed). Acta Zoológica Mexicana, Instituto de Ecología, A.C., México, México.
Hernández-Camacho, Jorge & Heliodoro Sánchez P.1992. Biomas terrestres de Colombia. pp.: 153-173. En: La Diversidad Biológica de Iberoamérica I. G. Halffter, (ed). Acta Zoológica Mexicana, Instituto de Ecología, A.C., México, México.
Corantioquia. 1998. Plan de Gestión Ambiental Regional 1998–2006. Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia, Oficina de Planeación Global y Sistemas. 495 p. Medellín, Colombia.
Flora
Status hace unas décadas
Influencia del clima
La cobertura vegetal esta determinada en primer lugar por el clima, el cual comprende la luz (brillo solar), el calor (temperatura) y la humedad (precipitaciones y aguas freáticas) y el suelo (Ministerio de Obras Públicas 1925). Para el caso del valle del Magdalena, son las lluvias y las variaciones en el nivel freático las que determinan las diferencias en la cobertura vegetal entre un tramo y otros del valle, e incluso dentro de un mismo tramo de un biotopo a otro.
Según los datos del estudio adelantado en el valle del Magdalena por el Julius Berger Konsortium en 1923 (Ministerio de Obras Públicas 1925), la temperatura en la región entre Honda y Barranquilla presenta una gran uniformidad (promedio de 29 ºC).
Respecto a las precipitaciones, las mismas si difieren entre sitios del valle, el mismo informe permite resaltar como el tramo entre Puerto Berrío y Barrancabermeja es de mayores precipitaciones, con promedios de 3.120,3 mm y 2.916,0 mm respectivamente. A partir de dichas estaciones los valores decrecen tanto aguas arriba como aguas abajo.
Como relación de precipitación y la temperatura, se determina el factor de lluvia, el cual refleja las condiciones favorables o limitantes para la vegetación, es así como el factor de lluvia de 40 (1160/29), expresa el límite entre las regiones secas (<)y húmedas (>) (Ministerio de Obras Públicas 1925). Ello permitió en 1923, explicar la presencia de zonas áridas (<40) con vegetación xerofítica entre Neiva y La Dorada, una región de estepas y sabanas (45) en La Dorada, y un tramo de selvas altas (>100) entre Puerto Berrío y Barrancabermeja.
No obstante lo anterior, el paisaje de las orillas era favorecido por la cercanía del río y un bosque de galería acompañaba casi sin interrupción al río aguas abajo de Neiva, salvo sitios con taludes de rocas o sitios talados para asentamiento de pobladores.
La descripción de 1923, anota como aguas abajo de La Dorada, desaparecían las sabanas con palmas y el río entraba en la gran región de los bosques, que llegaba hasta Badillo, alrededor de 300 Km. Era considerado un bosque virgen, con gran variedad de familias y abundancia de especies; un bosque sobre otro bosque según Humboldt (citado por Ministerio de Obras Públicas 1925).
En las partes bajas de dicho bosque se observaban palmeras como la tagua (Phytelephas sp), además de la gran variedad de formas de copas y colores del follaje, destacan la presencia de árboles sin hojas y con sus troncos desnudos.
Como datos de diversidad, citan como en una rocería en el Opón, en 40 m2 registraron entre 13 y 15 clases de árboles diferentes, en tanto que en el borde de un cultivo de maíz arriba de Barbacoas, en un frente de 100 m habían árboles de doce o trece familias de flora.
El tipo de especies difería según la distancia del bosque al río, resaltando como las especies maderables duras y resistentes al agua ya se han explotado y cada vez se encuentran más lejos del río. Es de resaltar también como ya en 1923 se notaba como el bosque solo se acercaba a la orilla del río en sitios relativamente escasos y en extensiones cortas (particularmente en sitios derrumbados).
Las orillas
En este tramo de bosque virgen, se distinguía entre dicho bosque y el río, la zona llamada de orilla, de condiciones múltiples de vegetación y de aspecto muy variado. Se distinguían a su vez dos grandes grupos de orillas.
Unas orillas bajas con alto nivel freático, donde predominaba el guarumo (Cecropia sp), caña (Gynerium sp), gramalote Paspalum sp) y platanillo (Heliconia sp), sauce de Humboldt (Salix humboldtiana), si las condiciones lo permiten se desarrollan arbustos y troncos leñosos cubiertos de bejucos. Esta vegetación se observó en sitios arenosos, curvas del río, en el Carare, en las partes bajas de las islas. Son franjas a veces muy angostas, donde faltan los árboles grandes, por lo cual se distinguen del bosque que queda detrás. Sobre las orillas también se presentaban masas de guadua (Bambusa sp), así como de madera-corcho (Apeiba sp).
Otras orillas altas, con matorrales secundarios, producto de la gran intervención de los leñadores, pues eran los elementos cercanos al río los que tenían valor, dado que en esta región de bosque el río era el único medio de comunicación. Esta faja de orilla fue la fuente de leña para los vapores y por tanto fue el primer bosque que se talo y se convirtió en áreas de cultivo. Tras dos cosechas de maíz o del siguiente cultivo de plátano o de cacao y luego de la tala de un nuevo tramo de orilla para sacar leña, se abandonaban siendo ocupados por matorrales, estas zonas de orilla de segunda clase ocupan grandes extensiones en las partes altas, que por estar alejadas de las inundaciones son favorables para la agricultura.
Las islas
Otra formación vegetal descrita en 1923, es la de las islas, cuyas especies depende del origen de las islas. Las islas formadas a partir de las desviación de un brazo del río, llevan la misma vegetación que el terreno firme, generalmente árboles de troncos altos.
Por su parte islas formadas por palizadas y playas, presentan variación desde la playa vacía hasta vegetación cercana a bosques, comenzando la colonización con el gramalote (Paspalum sp), cuando comienza a bajar el río, luego llegan los sauces (Salix humboldtiana), que en año y medio alcanzan la altura de un hombre, el mimbre (Tessaria integrifolia) y el burere (Acacia sp), tras de los cual llegan el ricino (Ricinus communis), el guarumo (Cecropia sp) algunas veces en masas tupidas, también la caña (Gynerium sp) y platanillo (Heliconia sp), además de matorrales enmarañados.
Aprovechamiento
Así, en 1923, se identificaba el tramo Puerto Berrío – Barrancabermeja como la gran región de los bosques , donde no habían más rotos o aberturas que los dos poblados, cuya tupida vegetación opuso serias dificultades al trabajo de colonización. En dicha época se considero que a pesar de su riqueza en maderas, plantas medicinales y otros productos, no representaban mayor utilidad económica debido al deficiente transporte y los pocos ríos que la cruzaban. Si bien la región era apropiada para el cultivo del cacao (Theobroma cacao), el mismo requería mucho trabajo y tarda en producir frutos.
Las observaciones de la época (estudio del Julius Berger Konsortium, Ministerio de Obras Públicas 1925), refieren la presencia de maderas ordinarias de construcción (estacadas) y buenas maderas, algunas son: gusanera (Astronium graveoleus), guayacán (Tabebuia chrysantha), hobo (Spondias mombin), mora (Miconia sp), sapan (Clathrotropis sp), trébol (Platymiscium sp), algarrobo (Hymenaea courbatuil), carreto (Aspidosperma sp); otras como el cedro (Cedrela odorata), caoba (Swietenia macrophylla), ceiba amarilla (Hura crepitans), hediondo (Piptadenia rigida), guayacán hobo (Centrolobium paraense) y canime (Copaifera canipe), muy durables y flexibles, pero también muy dispersas en el territorio (tres a cuatro árboles/cuadra) y por tanto costosas. Maderas menos valiosas son el naranjo (nn), palanco (nn) y la yaya (Annonaceae) (cincuenta árboles/cuadra).
En total registraron un total de 72 especies de maderas para construcción; 48 de ellas registradas en la gran región del bosque, La Dorada-Badillo (17 dispersas, 17 relativamente abundantes y 14 abundantes), 10 especies presentes en todo el río (entre abundantes y dispersas), 10 registradas en la parte baja del río (entre abundantes y relativamente abundantes), 2 presentes en la parte media del río (abundante y muy abundante), una particularmente abundante en las islas y en orillas de las ciénagas y una en los matorrales. Se anotan también 12 especies de bejucos para amarres, 9 en la región del bosque y las restantes en la parte baja del río.
Los alrededores de Puerto Berrío, presentaban ya algunas praderas que llegaban casi hasta Murillo, con una faja sobre la orilla con cultivos de plátano, maíz, reemplazados luego por cacao; mientras que en la orilla derecha se extendía el bosque cerrado, con algunos claros que correspondían a los leñateos. Igualmente marcan el paisaje, las partes altas o peñas correspondientes a los pueblos (Barbacoas, Boca del Carare, Chucurí y Barrancabermeja entre otros), en sus alrededores ya en aquella época (1923), el bosque había sido transformado en cultivos, no obstante las colinas continuaban cubiertas por bosques densos.
En los lugares con alto nivel freático, como los pantanos se destacaba la palma maquenque (Triartea sp); también la existencia notoria en el sector de Chucurí de la especie llamada punte (nn), especie resistente a las inundaciones. Se destacaba ya también la alta colonización en ambas orillas en los alrededores de Barrancabermeja, creciendo a expensas de la inmigración desde caseríos del Carare.
En el río Carare, igualmente se presentan el guarumo, la caña brava y el gramalote sobre bancos arenosos, en tanto que el platanillo se presenta alejado de las orillas y del sauce de Humboldt; el monte es menos denso, con apariencia de matorral y con gran abundancia de bejucos (bosque de bejucos). Se considero entonces como secundario, basado en que la región fue anteriormente (antes de 1923), muy poblada y se explotaba la tagua (Phitelephas macrocarpa), el caucho (Ficus sp) y maderas como el cedro (Cedrela odorata). También las dos épocas de inundaciones abajo de Puerto Parra fueron argumentos como causa de la presencia de bosques menos espesos que los del Magdalena. Igualmente se registró gran abundancia de árboles de cacao silvestres en terrenos aguas arriba de Puerto Parra.
En el río Opón, el bosque era muy parecido al del Carare, menos denso que en el río Magdalena y con bejucos, no aparecían las formaciones de orilla por predominio de áreas bajas, en donde el alto nivel freático, además de favorecer al particular guarumo, permitía gran abundancia de tagua (Phitelephas macrocarpa). También se observaba en los bordes palma de iraca (¿?). Como en el Carare, el bosque se da sobre los albardones de los ríos, angostos ante el predominio de playones y bajos extensos, cubiertos por vegetación herbácea (macrófitas y especies de pantano).
Cambios en cobertura
De acuerdo con los estudios de INDERENA (1970), la superficie boscosa sobre la margen derecha del río Magdalena entre Lebrija, Carare y Opón, era de 1’496.875 ha en 1954 (según datos y planos de IGAC de dicho año); en tanto que en la Serranía de San Lucas, incluida gran parte de la margen izquierda del río entre Puerto Berrío y Yondó, era de 1’671.875 ha. Ya para 1965, once años después, mediante visitas de campo se estimó que existían solo 278.125 ha en el sector Lebrija – Carare - Opón (el 19% de lo que había), en tanto que 11’225.00 ha en la Serranía de San Lucas (73% de lo que había), quedando las áreas relictuales muy alejadas del río.
Dicha destrucción de los bosques fue originada por la demanda para la construcción del ferrocarril del Atlántico y la posterior colonización de terrenos más favorables para la agricultura y la ganadería, tras lo cual el porcentaje de destrucción disminuyó (INDERENA, 1970).
Según Coy (1976), citando los estudios del Proyecto Forestal Carare-Opón (Universidad Distrital Francisco José de Caldas), la zona Carare-Opón, era la mayor reserva boscosa del centro del país y del río Magdalena, con bosque húmedo tropical de buena índole; no obstante comparados con otros bosques higrofíticos del país, eran relativamente pobres, compuestos por 120 especies que en etapa madura llegaban a DAP >30 cm, 23 especies que no alcanzan dicho diámetro y 6 especies de palmas.
La región constituyó en parte la gran Reserva forestal protectora del Magdalena, creada por la Ley 2ª de 1959, con el fin de consérvala en bosques naturales. Sin embargo, la colonización y la sustracción de áreas para titulación continuaron, hasta 1978, cuando Yondó fue el último municipio en dejar de ser parte de la reserva.
Las áreas boscosas han ido desapareciendo para dar lugar a rastrojos y pastos, se inicia con la extracción de las maderas gruesas, luego las delgadas hasta establecer potreros. Para 1996, las zonas ribereñas de Puerto Berrío y Yondó, se caracterizan por terrenos abiertos para la ganadería extensiva (levante y ceba), son los dos municipios antioqueños con mayor extensión de pastos, 92.296 ha y 112.020 ha respectivamente; mientras que los bosques remanentes cubren 9.794 ha y 63.857 ha respectivamente, su mayoría ubicados en las vertientes más altas y alejadas del río y en fajas muy angostas a lo largo de las corrientes de agua (Corantioquia 1998).
Según Corantioquia (1998), estos municipios antioqueños, movilizaban 54.000 m3 de maderas de bosques naturales, entre las cuales 17 son las de mayor demanda.
De esta manera el paisaje de la región del Magdalena Medio ha cambiado drásticamente. Los bosques se han reducido y fragmentado, quedando particularmente alejados de los bordes del río, con un predominio de grandes extensiones de potreros (pastizales) para ganadería.
Entonces, los bosques remanentes sobre la margen izquierda, corresponde al municipio de Yondó (río Ité, quebrada San Francisco, caño Don Juan y río San Bartolo), se encuentran parcelados o dentro de predios, sometidos al aprovechamiento favorecido por la apertura de nuevas vías (Corantioquia 1998). Finalmente, son las vertientes de zonas más altas y alejadas del río, las que mantienen bosques, fauna y nacimientos de aguas, según Corantioquia, allí la deforestación, las pendientes y las altas precipitaciones favorecen la erosión de los suelos.
Referencias
Ministerio de Obras Públicas. 1925. Memoria detallada de los estudios del río Magdalena, obras proyectadas para su arreglo y resumen del presupuesto. Revista del Ministerio del Obras Públicas, Tomo II Nº 17 a 24, mayo a diciembre de 1925. pp:45-380. Bogotá, Colombia.
INDERENA 1970. Inventario forestal de la Serranía de San Lucas. Estudio de preinversión para el desarrollo forestal en los valles del magdalena y Sinú. Proyecto INDERENA - PNUD / FE – FAO COL 14. Boletín nº 5. 44 pp. Bogotá, Colombia.
Corantioquia. 1998. Plan de Gestión Ambiental Regional 1998–2006. Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia, Oficina de Planeación Global y Sistemas. 495 p. Medellín, Colombia
Coy, Alfredo (ed). 1976. Reforestación en Colombia. Fundación Friedrich Naumann. 698 pp + Anexos. Bogotá, Colombia
Biotopos acuáticos
Caracterización de las aguas
Antecedentes
Como antecedentes recientes, durante el 2006 el IDEAM adelantó un diagnóstico de la calidad del agua a lo largo de valle del río Magdalena, donde se muestrearon 20 estaciones, desde su nacimiento hasta la desembocadura, en especial aguas abajo de las confluencias con afluentes, durante los meses de julio (considerado como de aguas bajas) y octubre (considerado como de aguas altas) (IDEAM 2006).
Las mediciones se realizaron sobre la muestra integrada, constituida por submuestras tomadas en distintos puntos de la sección transversal de la corriente, según la anchura. Sobre esta muestra en campo se determinaron parámetros in situ y luego se llevaron al laboratorio para su análisis de los demás parámetros.
Se midieron in situ en el agua cuatro parámetros: pH, conductividad eléctrica, temperatura y oxígeno disuelto. En laboratorio se analizaron nueve parámetros: DBO, DQO, turbiedad, SST, nitratos, nitritos, amonio, ortofosfatos y sulfatos.
Aunque son datos muy puntuales, retomando y revisando los resultados presentados para las dos estaciones de interés en el tramo objeto de este estudio del POEM, Puerto Berrío y Barrancabermeja (Ver Tabla XX), se hacen las siguientes observaciones:
Temperatura del agua:
La temperatura del agua en varió entre 28 y 32 ºC, con un patrón normal de incremento entre Puerto Berrío y Barrancabermeja (con una diferencia de un grado), siendo este último punto más caliente, exactamente igual se presentó en cada sitio, con mayor temperatura en la época de aguas bajas que en aguas altas. Como referencia, García & Dister (1990), registraron para el río Magdalena en el sector del complejo de ciénagas Chucurí – Aguas Negras, una temperatura media de 26,9 ºC, más baja pero quizás más representativa pues es resultado de muchas mediciones a lo largo de más de un año. Para las ciénagas las 1.894 mediciones de la temperatura oscilaron por períodos entre los 26 y 36 ºC.
pH:
El pH, presentó valores intermedios y alrededor del punto neutro (7 unidades), para Puerto Berrío no cambia entre épocas de muestreos (7,1 unidades); en Barrancabermeja si varía pero muy levemente (6,8 a 7,4 unidades) durante la dilución general que se da entre aguas bajas y altas. En general, fueron valores dentro de los rangos admisibles para aguas de consumo, residuales y preservación de fauna y flora en agua dulce cálida, de 4,5 a 9,0 unidades (Decreto 2105/83 y Decreto 1594/84). Igualmente dentro del rango común para los ríos y quebradas andinas, 6,5 a 7,5 unidades (Roldán 1992) y cercano al promedio general de 7,4 unidades para las ciénagas de Colombia (Arias 1985).
García & Dister (1990), reportan para el sector del río en Chucurí una media general de 7,13 unidades, muy similar a los citados. Así mismo para las ciénagas Chucurí y Aguas Negras y con variaciones a lo largo del ciclo hidrológico, registraron valores entre 3,5 y 9 unidades.
Conductividad eléctrica:
Sin duda alguna, es la conductividad eléctrica el parámetro que permite establecer cambios en las masas de agua, para Puerto Berrío sus valores de aguas altas y bajas fueron muy similares (156 y 150 µS/cm respectivamente) y se ajustan a lo comúnmente registrado para el río; en Barrancabermeja se registraron los valores más altos en los muestreos del total del río, siendo a su vez mayor en época de aguas bajas (brazo que recibe aguas residuales de caño urbano), 477 µS/cm, un poco más del doble de lo registrado en aguas altas 219 µS/cm. Según IDEAM (2006), sobre el Magdalena realmente los valores oscilan entre 114 y 219 µS/cm.
Como valores históricos de referencia están: la media de 178,6 µS/cm para el sector Chucurí del río, tras más de un año de mediciones (García & Dister 1990); un rango estrecho entre 125 y 158 µS/cm para el Magdalena Medio (Bermúdez 1986); un rango más amplio 150 a 280 µS/cm para el río en general (Roldán 1992).
Para el complejo cenagosos Chucurí – Aguas Negras, tras 2.882 mediciones en 491 días de observaciones (García & Dister 1990), cita valores entre 8 y 60 µS/cm, bajos respecto al rango 82 a 280 µS/cm reportado para las ciénagas de Colombia en 1977 por Arias (1985). Este complejo se encuentra unido al río por el caño Chucurí, largo (4,2 km) y con muchos meandros, los cuales regulan el intercambio de aguas y permiten su la diferenciación limnológica (temperaturas, sólidos, pH, conductividades..).
Oxígeno disuelto (O2D):
Al igual que los parámetros anteriores, los niveles de O2D también son diferentes entre las dos estaciones, mientras en Puerto Berrío los niveles prácticamente se mantienen de aguas bajas a aguas altas en buenos niveles (6,5 y 6,6 mg O2/l), en Barrancabermeja se presenta anoxia en aguas bajas (0,0 mg O2/l) y llegó a 5,3 mgO2/l en aguas altas, correspondiendo a condiciones de gran polución de las aguas residuales urbanas que llegan allí, cuya temperatura y metabolismo general se ven acrecentados por las condiciones climáticas de la época de aguas bajas.
Demanda química de Oxígeno (DQO) y Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO5):
Con referencia a la materia orgánica (m.o.) presente, degradada por el sistema y medida por medio de los parámetros DQO y DBO5, como en los anteriores parámetros, se resaltan los mayores valores en la estación Barrancabermeja sobre todas las estaciones a lo largo del río, incluida Puerto Berrío. La DQO se cuadruplica entre estas dos estaciones, tanto para aguas bajas como para aguas altas, indicando una mayor cantidad de MO presente en el agua en Barrancabermeja.
Por el contrario la DBO5, presentan en general valores bajos y muy cercanos al límite de detección (2 mg O2/l), durante aguas altas (efecto de dilución) y considerados como de situaciones aceptables (MOPT 1992, citado por Ramírez & Viña 1998). Ya en aguas bajas los valores se incrementan, a 6,9 mg O2/l en Puerto Berrío y a 107 (¿?) mg O2/l en Barrancabermeja, excediendo al oxígeno disuelto presente, correspondiendo a situaciones anormales muy críticas por la posibilidad de llevar a situaciones de anoxia.
Retomando la relación DQO/DBO5 expresada en porcentaje, empleada por IDEAM (2006), en Puerto Berrío, solo entre un 6% y un 21% de m.o. en la muestra es oxidada por microbios (vías biológicas), en tanto que en Barrancabermeja es más amplio el rango, entre 2% y 97%, correspondientes a su vez los valores bajos a aguas altas (dilución) y valores altos a aguas bajas (concentración).
Turbiedad y sólidos suspendidos:
Guardando su correlación, turbiedad y sólidos suspendidos (partículas de limos, arcillas y materia orgánica fina > 1,2 micras), muestran en general un patrón similar para las dos estaciones extremos del tramo en estudio. Los valores de turbiedad entre 170 y 1.150 NTU, son considerados muy altos sobrepasando las 150 NTU del Reglamento de Aguas y Saneamiento Básico (RAS, citado por IDEAM, 2006), máximo límite indicativo de calidad muy deficiente. Igualmente se sobrepasan las concentraciones permitidas para agua potable, 1 a 5 NTU (Decreto 2105/83) y para aguas residuales, 50 NTU (Decreto 1594/84).
Por su parte Ocensa – Ecotest (1997, citados por Ramírez & Viña 1998), mediante análisis de componentes principales, distinguía hace diez años el tramo Puerto Berrío – río San Bartolomé como de alta concentración por turbiedad y sólidos suspendidos.
Los valores de sólidos suspendidos muestran en aguas bajas, una ligera disminución de Puerto Berrío a Barrancabermeja (310 mg/l a 220 mg/l), como efecto de sedimentación; en tanto que en aguas altas las diferencias son muy grandes, aumentando de cinco a diez veces la concentración aguas abajo (290 mg/l a 2.550 mg/l), como efecto del mayor aporte de escorrentía y afluentes. Según la clasificación del MOPT (1992, citado por Ramírez & Viña 1998), en términos de calidad mediocre dichos valores denotan respectivamente ambientes contaminados (150 a 300 mg/l) a muy contaminados (<300 mg/l).
Ramírez & Viña (1998), tras aplicar cuatro índices de contaminación, determinan con referencia a los sólidos suspendidos, que las cuencas Carare-Opón y Magdalena, presentan índices medios a altos como reflejo de las actividades mineras como principal causa del deterioro de ambientes acuáticos, unida a la erosión y arrastre de suelos.
Nitrógeno amoniacal (NH4):
El Nitrógeno amoniacal en el tramo Puerto Berrío – Barrancabermeja fue muy bajo, no sobrepaso el límite de detección del análisis (0,3 mg NH4/l) ni el límite admisible para aguas residuales, 1,0 mg NH4/l (Decreto 1594/84); solo se registro un valor muy alto de 9,3 mg NH4/l en la medición particular del brazo que recibe aguas residuales de caño urbano en Barrancabermeja, indicando la contaminación por descomposición orgánica. En general para el río se reportan valores entre 0,4 y 0,8 m NH4/l (Roldán 1992).
Nitritos (NO2):
Los nitritos en el tramo son similares, en aguas bajas alrededor del límite de detección 0,006 mg NO2/l, en aguas altas se duplican 0,012 mg NO2/l, pero no sobrepasan los límites admisibles para agua potable, 0,1 mg NO2/l (Decreto 2105/83), ni para agua residual 1,0 (Decreto 1594/84).
Nitratos (NO3):
Las concentraciones de nitratos para las dos estaciones son altos dentro del rango total para el río, con un aumento entre aguas bajas (0,84 mg NO3/l Puerto Berrío y 0,52 mg NO3/l Barrancabermeja) y aguas altas (1 mg NO3/l y 1,5 mg NO3/l, respectivamente). Al igual que los nitritos no sobrepasan los niveles admisibles para agua potable (10 mg NO3/l), ni para aguas residuales (45 mg NO3/l). Con referencia a otros reportes para el río, se puede decir que están dentro del rango característico, 0,2 y 2,5 mg NO3/l (Roldán 1992) y muy bajos respecto al rango común en ciénagas del río, 6,5 a 17,2 mg NO3/l (Arias 1985).
Ortofosfatos (PO4/l):
Las concentraciones de ortofosfatos en Puerto Berrío fueron medias respecto a las restantes de todo el río, con un muy ligero aumento de aguas abajas a altas (0,062 a 0,076 mg PO4/l, respectivamente). En Barrancabermeja se registra la concentración más alta en todo el río (brazo con año urbano) en aguas bajas (1,2 mg PO4/l), la cual pasa en aguas altas a ser inferior al límite de detección. Salvo el registro en Barrancabermeja, los ortofosfatos son menores a los reportes generales para el río, 0,55 y 0,6 mg PO4/l (Roldán 1992) e inferiores al rango para las ciénagas del río, 0,15 a 4,1 mg PO4/l (Arias 1985).
Sulfatos (SO4):
Como en algunos de los parámetros ya citados, los niveles de sulfatos son bajos en Puerto Berrío y altos en Barrancabermeja; con fuerte incremento entre aguas bajas y altas en la primera estación (<3,0 a 10 mg SO4/l) y una leve disminución en la segunda (30 a 26 mg SO4/l). Ambas estaciones presentan concentraciones muy por debajo de los límites permitidos por los Decretos ya citados para agua potable (250 mg SO4/l) y residual (400 mg SO4/l). Igualmente, los valores registrados no difieren del rango característico para el río, 11 a 25 mg SO4/l (Roldán 1992) y para ciénagas, 11,3 y 17,0 mg SO4/l (Arias 1985).
Metales pesados:
Los metales pesados Hg, Pb, Cr, Cd, Cu, Ni, y Zn se determinaron en agua y en sedimentos en suspensión y de fondo. En cuanto a hidrocarburos se muestrearon solo cinco estaciones. Como era de esperarse, la presencia de metales pesados en aguas fue casi nula en las dos estaciones de interés. De los resultados obtenidos se puede anotar lo siguiente:
Del Cobre no se detectaron valores superiores al límite de detección (0,09 Cu mg/l), el cual corresponde a tres veces la máxima concentración en aguas dulces naturales, 0,03 mg Cu/l (Bowen ); son entonces valores muy bajos respecto a los contenidos permitidos por los Decretos reglamentarios 2105/83 y 1594/84, tanto para agua potable como residual respectivamente, son de 1 mg Cu/l. Arias (1985), reportó un promedio de 0,08 mg Cu/l en ciénagas, en tanto que Álvarez –León & Caycedo-Lara (1996 reportó para bajo Cauca y Magdalena (Canal del Dique), un rango entre 0 y 0,16 mgCu/l.
El Cadmio durante aguas bajas y en ambas estaciones fue menor al límite de detección (0,005 mg Cd/l), el cual es también el límite máximo permitido para agua potable (Decreto 2105/83); en aguas altas aparentemente se incrementó pero en realidad IDEAM (2006) aumentó el límite de detección a 0,010 mg Cd/l, por lo que realmente puede haber permanecido igual. Este último valor corresponde al límite permitido para aguas para riego (Decreto 1594/84). Estas concentraciones son superiores a 0,003 mg Cd/l, considerada la máxima en aguas dulces naturales (Bowen 1979).
Tanto para Puerto Berrío como Barrancabermeja, las mediciones no detectaron concentraciones de Cromo mayores a 0,009 mg Cr/l (límite de detección); es decir que puede estar presente alrededor del máximo nivel reportado para aguas dulces naturales 0,006 mg Cr/l (Bowen 1979), e inferiores a los máximos admisibles para agua potable (0,05 mg Cr/l) y agua para riego (0,1 mg Cr/l).
Tampoco se detectaron concentraciones de Níquel mayores al limite de detección (0,018 mg Ni/l).
Respecto al Zinc, en Puerto Berrío se registraron cantidades levemente superiores al límite de detección (0,06 mg Zn/l) y sin mayor cambio entre aguas bajas y altas, 0,09 y 0,08 mg Zn/l respectivamente; en Barrancabermeja un valor similar de 0,08 mg Zn/l en aguas bajas, se incrementa un poco más de seis veces alcanzando 0,53 mg Zn/l en aguas altas, la concentración más alta registrada en todo el río. Salvo este dato extremo, las concentraciones fueron menores a la máxima característica de las aguas dulces naturales 0,1 mg Zn/l (Bowen 1979). Por otra parte, incluyendo el valor pico, todos son niveles bajos respecto al máximo admisible de10 mg Zn/l para aguas potable.
Al igual que para el Cadmio, en la determinación del Plomo también IDEAM (2006), cambio el límite de detección de un muestreo a otro, pero a un valor menos restringido, por lo cual no es posible detectar si existen cambios reales en concentraciones.
En Puerto Berrío, de 0,018 mg Pb/l en aguas bajas pasa a <0,050 mg Pb/l en aguas altas, que puede o no ser 0,018. No obstante, ya que en Barrancabermeja, pasa de 0,011 mg Pb/l en aguas bajas a 0,060 mg Pb/l en aguas altas, si parece existir un incremento con las aguas altas. Dichos niveles son en todo caso inferiores al máximo nivel de 0,120 mg Pb/l anotado para las aguas dulces naturales por Bowen (1979). Desde el punto de vista normativo, para agua potable los niveles de Plomo están alrededor de los 0,050 mg Pb/l máximo admisible (Decreto 2105), o cien veces menor respecto a la norma para riego, 5 mg Pb/l (Decreto 1549/84). No obstante, autores cono Hann (1986), en su análisis de la contaminación sobre la salud humana y Forero et al. (1986), de la calidad del agua del río Magdalena, anotan como límites máximos para Colombia y Alemania, concentraciones mucho más pequeñas, 0,00005 y 0,00004 mg Pb/l respectivamente.
En cuanto al Mercurio para este tramo, sólo en aguas altas y en Barrancabermeja se registró 0,0061 mg Hg/l, concentración once veces superior al límite de detección, 0,00054 mg Hg/l del método utilizado por IDEAM (2006). Sin embargo, la concentración hallada es cercana al doble del nivel máximo en aguas dulces naturales (0,0028 mg Hg/l) y mucho mayor a la media mundial para aguas dulces (0,0001 mg Hg/l) reportadas por Bowen (1979), indicando aportes externos. Pese a ello son valores muy bajos comparados con los reportados para el bajo Cauca y Magdalena (Canal del Dique), rango entre 0,55 y 9,03 mg Hg/l (Álvarez –León & Caycedo-Lara 1996).
Con referencia a los niveles normativos para Hg, la concentración en Barrancabermeja es seis veces el máximo admisible para agua potable, 0,001 mg Hg/l (Decreto 2105/83) y límite admisible según la OMS (Bermúdez 1986).
Hidrocarburos, grasas y aceites:
Finalmente, los muestreos de IDEAM (2006) no detectaron la presencia de hidrocarburos (grasa y aceites), en las cinco estaciones muestreadas, una de ellas Barrancabermeja. Por lo menos son inferiores al límite de detección del método utilizado (3 mg/l). Desde le punto de vista normativo, cumple con valor admisible del Decreto 2105/83 para agua potable para consumo y contacto primario, “grasas y aceites no detectables”.
No obstante, tal como lo analiza y aclara Ramírez & Viña (1998, citando a APHA-AWWA-WPCF 1992), hay diferencia entre hidrocarburos propiamente dichos (aromáticos, alifáticos, saturados...) y grasas y aceites (de origen vegetal, animal y derivadas del petróleo), por lo que para los primeros se requieren métodos más específicos como la cromatografía y fluorometría. Según la Comunidad Económica Europea (MOPT 1992, citado por Ramírez & Viña (1998), el máximo admisible para agua potable es de 0,01 mg de hidrocarburos totales/l.
Estos mismos autores, citando a Ocensa – Ecotest (1997), reportan datos para enero de 1996 sobre estos parámetros, para algunos cursos lóticos en el tramo del POEM (Ver Tabla XXX), los que permiten establecer que para el río Magdalena entre Puerto Berrío y Barrancabermeja fueron muy bajas las concentraciones de hidrocarburos así como de grasas y aceites, por debajo del límite de detección del método usado por IDEAM, 3mg/l.